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Capítulo 1
 


Los González
 

 
Haciendo cuentas, y tomando en consideración las generaciones y costumbres de nuestros antepasados, llegamos a una aproximación de fechas, ya que no hay registros en los cuales nos podamos basar.
 
 


Para calcular el año en que nacieron mis abuelos, tuve que usar como referencia la fecha en que nació mi papá, (1908) apenas dos años para iniciar la Revolución Mexicana. 
 

Podría calcular sin temor a errar, que una buena estimación sería entonces que mi abuelo Cosme habrá nacido por 1885, y mi abuela Rebeca por 1888, ya que él le llevaba tres años. 

Lamentablemente no tuve el suficiente tiempo para hablar con mi tía Teresa (Camarena), o mi tío José (Gómez Solares) cuando íbamos a visitarlos a Guadalajara. Ellos si hubieran podido platicarme acerca de sus abuelos, por lo menos sus nombres como para tener referencia a una generación más arriba. 


Como me imagino que todos sabíamos, el tío José (medio hermano de mi papá), se casó con la Tía Lucía y vivieron por muchos años, hasta su muerte, en el Sector Libertad en la ciudad de Guadalajara, enfrentito del penal. 

Desafortunadamente ellos nunca pudieron tener hijos, así que cuando los visitábamos, ellos se llenaban de gozo. 

Yo creo que  Gerardo y Roberto (hijos de mi hermano Cosme) si se acuerdan de los tíos, mas no sé si el tío José haya hablado acerca de sus abuelos con ellos.

Me acuerdo que cuando íbamos a visitarlos, los guardias del penal siempre estaban vigilando. 

Acerca de la Tía Teresa, (La hermana de mi papá), hay mucho que platicar, ya que ella tuvo una familia muy numerosa, y la mayoría vive y vivió en Guadalajara.
 
Tengo muchas anécdotas acerca de ella y mis primos. 

Primeramente, la tía Teresa se casó con Jesús L. Camarena y tuvieron varios hijos, pero solo recuerdo a cuatro.  Teresa fue la mayor.

 

Por algún tiempo, y en diferentes ocasiones, yo viví en Guadalajara y en Tampico, con varios  de mis primas o tías, y era entonces cuando tenía la oportunidad de platicar y saber acerca de la familia. 

Con Teresita viví un par de veces por uno o dos meses.  Pero podría afirmar que mamá Clarita fue la que más me contó.

 

Los Canceco
 
Acerca de la familia de mi mamá podría decir que sé más, ya que convivimos con ellos un poco más de tiempo.
 


 
La vida en Tampico
 
Mis padres se conocieron en Tampico, no estoy muy segura quién ofreció una fiesta, si la familia de mi mamá o de mi papá, la cosa es que  las dos familias estaban de vacaciones en la misma ciudad. Mi mamá visitando a mi tía Victoria, y mi papá visitando probablemente parientes de ellos.
 

Tampico

No era muy a menudo cuando salían de visita, ya que la economía aún no se recuperaba de la revolución, que había terminado ya hacía unos años, dejando atrás la dictadura del presidente Díaz, y teniendo como presidente interino desde Texas a Madero. 

Las cosas no se veían muy bien, y la gente no se quería arriesgar, ya que el viajar no era nada seguro, las carreteras estaban llenas de maleantes que solo esperaban que pasara alguien para asaltarlo.

El día de la fiesta llegó.

Mi papá, aunque era de ciudad,  no estaría preparado para conocer a mi mamá, que como capitalina, era una señorita de 15 años que a todos dejaba boquiabiertos por su manera de ser tan femenina y coqueta.

Mis tías la vestían a la última moda, ya que era la única niña. 

Se usaban los vestidos arriba de la rodilla, y ella hasta se maquillaba las rodillas.

Nuestra Abuelita María adolescente


 
Mi mamá tenía mucha facilidad para bailar en las fiestas y a cual más quería acercarse a ella, pero no se atrevían.  Los bailes de aquel tiempo eran el bugie y el Charleston. 

En el baile no había quien la superara, y al verla mi papá, quedó prendado, y el flechazo fue tal, que llegaron al matrimonio.

Mamá Rebeca siempre fue muy religiosa, no salía de la iglesia.  En la mañana no se perdía la misa de las 6, y saliendo de trabajar siempre visitaba otras iglesias buscando la "Virgen de Zapopan, o "El Santísimo", y ella comulgaba todos los días.

Mamá Clarita también era muy creyente pero no recuerdo haber ido a ninguna iglesia estando con ella.  

Era todo un contraste verlas a las dos con personalidades tan diferentes aceptando la unión de sus hijos en matrimonio.

No creo que haya pasado mucho tiempo, y ni estoy muy segura de cómo pasó, pero mis padres se casaron en Tampico.  Siento que mamá Rebeca tuvo mucho que ver en este matrimonio, porque mi papá tenía tan solo 17 años, y mi mamá 15. 

Sin más que decir, ellos tuvieron que quedarse a vivir en Tampico con la tía Victoria.  

Mamá Clarita también se quedó viviendo con mi tía Victoria, ya que ella estaba casada con un ingeniero petrolero americano y no tenían familia,  y mi abuelita Clarita no tenía casa.

Dos años pasaron y nació Chuy, mi primera hermana. Tan jóvenes los dos, y sin preparación, pues no trabajaban.  Vivieron todo este tiempo con la tía Victoria, hasta que ella sufrió de una artritis reumatoide severa que la dejó paralítica. 

Mamá Clarita tenía que ayudarle a hacerle todo, ya que ella quedó totalmente imposibilitada y hasta tenía que darle de comer en la boca. 

El esposo de la tía Victoria fue trasladado a otra ciudad y ella no pudo seguirlo, así que se quedó sola con su enfermedad y sin dinero. 

Esta nueva etapa de la vida de mis padres los cambió totalmente, aunque realmente nunca hubo mucho dinero, ahora, después de la revolución, la cosa estaba peor, no había trabajos ni dinero no se digan fiestas.  Su estilo de vida cambió rotundamente. 

No habiendo una entrada de dinero, la situación estaba muy grave, mi papá empezó a tomar, y nunca había que comer en casa. 

La única alternativa fue empacar lo poquito que se tenía e irse para Guadalajara.

 
 
 
La vida en Guadalajara


 
A Guadalajara llegaron mi papá, mi mamá, mamá Clarita y Chuy. 

No nos cambiamos mucho, solo recuerdo que vivíamos en el sector Libertad,  por el mercado de San Juan de Dios, en una vecindad. 

 
Aquí en Guadalajara fue donde nacimos la mayoría de nosotros.
 
Roberto (1928)
Cosme (1930)
Yo (1932)
Alejo (1933)
Pepe (1934)
Ofelia (1936)
Lupita (1938)

 
Tal vez algunos de ustedes jamás habían oído hablar de Alejo, Ofelia, o Lupita.  Ellos fueron nuestros hermanos que murieron a muy pequeña edad. 

Alejo tenía apenas como un año cuando murió, Ofelia murió ya cuando tenía 7 años, ella murió de difteria, y Lupita también tenia como un año, y no se supo de qué murió, unos decían que murió de mal de cuna.

Estos fueron tiempos muy malos no solo para México, sino también globalmente, ya que es cuando llegó la Gran Depresión. 

Durante los 30’s hubo mucha mortandad infantil, no habían trabajos, dinero ni alimento.  La gente vivía triste y deprimida.  No había quien invitara un taco, un pedazo de pan o un vaso de agua. 

En aquel entonces fue cuando emigró muchísima gente a los Estados Unidos, sabían que allá por lo menos habría trabajos y por lo menos tendrían como sostener sus familias.

 
 
La vida en el Distrito Federal


 
Como un sueño yo recuerdo que nos fuimos todos al Distrito, viajando todos en tren. 

Mi mamá Clarita con su enfermita, la tía victoria, mi mamá, mi papá y todo mis hermanos, incluyendo a mi hermana Ofelia, que nació después de Pepe. 

Llegamos aquí más o menos por 1938. 

Ya en el Distrito nacieron: 

Lupe (1940)
Rebeca (1942)
Enrique (1945)


Llegamos a la estación de Buenavista, de ahí caminando llegamos a la casa de la tía Lorenza, la hermana menor de mi abuelita Clarita, que tenía a su hijo Luis, que ya era un adolecente. 

Ella vivía en la calle Ecuador 26, interior 21, nada cerca de la estación.

Para esto, la tía Lorenza nos cedió su cuarto de noche para que todos durmiéramos ahí. 

Ellas no estaba casada, pero su pareja la sostenía económicamente, y tenía una imprenta que se llamaba “la imprenta Rocar”. 

Pasaron unos días, éramos tantos que mi mamá buscó la forma de encontrar otro lugar dónde vivir, ya que como lo repito, no había ni un centavo.

Mi tía Lorenza era muy grosera, hablaba con puras malas palabras, y el señor José Rodríguez, su pareja, era muy respetuoso, y aunque la tía no me conocía nada, ella me pidió que me quedara con ella.

Mi mamá consiguió una casa en la colonia 20 de Noviembre, que por cierto, la casa era de adobe.  Era la única casa que existía en la colonia. 

 
 

No había ningún servicio, ni agua siquiera.  Esa fue la alternativa de mis padres.

Lo más doloroso era que mi tía Victoria, después de haber tenido lo mejor de lo mejor, acá con nosotros no tenía ni una cucharada de sopa.

La forma en que mi mamá consiguió esa casa fue por medio del cuñado de mi tía Jesús, hermana de mi abuelita.  El vivía en la calle de Beethoven, pero tenían una segunda casa viejita y de adobe sin ningún servicio en la colonia 20 de Noviembre. 

La casa tenía dos cuartos solamente, o sea, no cocina, no sala, no baño, y el piso era de tierra nomás. 

Ya con el tiempo mi papá pudo ponerle una cocinita provisional para que por lo menos se pudiera cocinar. 

Consiguió una estufita de petróleo, y ya por lo menos podían vivir un poco mejor.

En esa pobreza, mi mamá tenía constantemente que mandar a Roberto y Cosme con la familia Sierra, quien nos había prestado la casa, a que les dieran costales de yute llenos de pedazos de tortilla dura y pan.

Mi tía Victoria se sentía morir por falta de atención y su enfermedad tan avanzada ya. 

Mi mamá Clarita estaba en los puros huesos. 

Fue entonces que mi tía Victoria pidió que la llevaran con mi tía Lorenza nuevamente, ya que ahí podría tener por lo menos alimentación. 

Aquí fue donde mi tía Victoria murió. Yo seguía viviendo con mi tía Lorenza, aunque a puro coscorronazos y groserías, pero le gustaba mucho que estuviera yo con ella porque yo le hacía todo, hasta los mandados. 

Recuerdo que me daba el dinero para ir por el mandado.  Caminando me iba a La Lagunilla, solo quedaba como una cuadra de la casa. 

Yo ya estaba grande, ya tenía 7 años de edad.  Mi hermano Roberto ya me había enseñado a leer, escribir y hacer cuentas.

Para ese entonces tuve la idea de querer ganar dinero para comprar mis  propias cosas, zapatos, calcetines o tela para que mi mamá me hiciera ropa, ya que mi tía Lorenza era muy coda y no le compraba nada a nadie. 

Entonces empecé a pedirles a los vecinos si querían que yo les lavara sus calcetines y pañuelos, y si lo aceptaron, se enternecieron y me pagaban diez centavos por los pañuelos, y veinticinco centavos por los calcetines lavados, zurcidos y planchados.

 

Ese dinero me duraba mucho, porque yo no me compraba ni un dulce, pero si se los llevaba a mis hermanos Chuy, Roberto y Cosme, para que fueran al cine, se compraran sus palomitas y sus pepitas.  

El cine costaba dos por 25 centavos, ya que eran niños, los asientos eran “Gayola” (hasta arriba), y era matiné.

Durante este tiempo, mi tía Lorenza me llevaba a ver a mis papás y hermanos casi cada ocho días porque yo le lloraba porque los extrañaba mucho, y si, me llevaba.

Recuerdo que el viaje era como de dos horas en camión y caminando.

Es cuando Roberto me enseñó a leer, escribir y dibujar. 

Él les enseñó a todos mis hermanos, y mi mamá le enseño a él. 

Recuerdo que él me decía...

...”No, así no se escribe, las letras se tienen que dibujar”.

Cosa que se me quedó muy grabada. 

También recuerdo que como a mi mamá le gustaba leer mucho, pues al no haber nada que hacer en casa, pues a mis hermanos también les tocaba leer, pero a Roberto es al que le gustó más, y es cuando mi mamá descubrió el talento que él tenía para dibujar. 

Él podía dibujar cualquier cosa. Le gustaba hacer caricaturas y copiar las letras góticas. 

A mi mamá le gustaba mucho ver cómo se le desarrollaba la destresa del dibujo.

 
 

Lo que a mi más me extrañaba era cómo no le dolía a mi mamá gastar tanto en tinta china, plumas especiales, pinceles, óleos y acuarelas, cuando habían tantas otras prioridades. 

Los niños chiquitos podían andar sin calzones y descalzos, pero a mi hermano siempre le compraba todas las cosas que él necesitaba.

Roberto nunca tomó clases de arte, pero aprendió a muy temprana edad a mesclar colores hasta que saliera el color que él necesitara.
 
El pintó mucho en acuarela y óleos, muchas veces trató de vender su arte, pero nunca logró hacerlo. 

En ese tiempo (1945) estaba a punto de desatarse la segunda guerrea mundial, así que nadie tenía dinero extra como para comprar nada.

Tampoco nunca supe dónde quedó todo lo que él pintó.  Solo recuerdo que algunos dibujos terminaban en la basura porque los niños los rompían o los ensuciaban, pues  no había dónde guardar nada, pues eran solo dos cuartos. 

También recuerdo mucho que se le facilitaba bastante hacer las figuras de Walt Disney, hacia muy bien al Mickey y al Pluto. 

Mi hermano Roberto me hacía ir a la imprenta a pedir que por favor encuadernaran papel, haciendo pequeños cuadernos.  Después, él me enseñaba cómo hacer las caricaturas dibujando las esquinas y haciéndolas tener movimiento. 

 

Ejemplo


Nunca había visto a Pluto brincar, o a Mickey caminar si no fuera en el cine.

En la 20 de Noviembre,  nos quedamos probablemente menos de un año, ahí vivían Chuy, Roberto, Cosme, Pepe, Ofelia, papá y mamá.

La vida era muy difícil, y realmente no se podía hacer nada, estaba lejos de todo. 

Durante el tiempo en que vivieron ahí, nunca hubo casas alrededor, y para llegar al camión, se necesitaba caminar una gran distancia.

De ahí se fueron a San Joaquín, rentando una accesoria donde todos tenían que caber, no era tan grande, es más, era más pequeña que la casa de la 20 de Noviembre, pero por lo menos ya estaba más cerca de todo, era cerca del Monumento a la Raza. 

Yo seguí viviendo con mi tía Lorenza, porque sentía que yo era una boca menos que alimentar para mi mamá.

Mi papá cada vez tomaba más, dejándole toda la responsabilidad a mi mamá.

Aquí fue donde mi mamá por primera vez fue a pedir trabajo. 

Era un taller de alta costura donde aprendió el oficio y llegó a hacer vestidos para "El Palacio de Hierro" y "Liverpool".

A ella le pagaban únicamente 50 centavos por vestido, así que toda la ganancia iba para las tiendas, como siempre, explotando a la población.  

Una vez que mi mamá aprendió a cocer, ya pudo medio mantener la casa, y mi papá seguía tomando.  Él nunca trabajó formalmente, él iba a las carpinterías y hacia el trabajo que había que hacer, su enfermedad de alcoholismo no le permitía trabajar más de 3 días seguidos. 

Cuando había un trabajo muy fino que hacer, iban por él a la casa y le aguantaban su problema porque sabían que el trabajo iba a estar muy bien hecho. Mi papá era un perfeccionista.

Aquí si fue la única ocasión en que si se tenía que pagar renta, así que era necesario tener una entrada fija de dinero.

Siento que aquí estuvieron como uno tres meses, (yo viví con ellos muy poquito) lo que le pagaban a mi mamá por su trabajo  no alcanzaba a cubrir la renta y lo poco que se compraba era para comer, y por lo mismo se tuvieron que regresar con mi tía Jesús a la Aldana. 

Yo pienso que le causó tanta tristeza ver tanto muchacho y tanta miseria a mi tío Pedro, que les permitió volver al cuartito, que sí estaba bien hecho, pero tampoco tenía piso.

También le compró una máquina "Singer" para que pudiera mantenerse. Lo que también me imagino que conmovió más a mi tío es que mi mamá estaba ya embarazada de Lupe. 

De ahí mi mamá fue a pedir maquila, osea, hacer vestidos por docena para venderlos a granel.  Por cierto que Chuy y yo teníamos que ir cargándolos desde la Aldana hasta la San Joaquín.

Regularmente eran dos docenas, así que usábamos un palo para colgarlos, ella de un lado y yo de otro, y nos íbamos caminando. 

Ya de regreso nos daban otro paquete de vestidos para hacerlos.  Para entonces ya podían comer un plato de sopa con una tortilla, y aunque no se pagaba renta, no alcanzaba para nada. 

En ese lapso de tiempo nacieron Lupe en 1940 y Rebeca en 1942.  Mamá clarita viendo que realmente no alcanzaba la comida, se tuvo que regresar con  mi tía Lorenza, ahí nunca faltó la comida, pero eso sí, tenía que desquitarla trabajando haciéndolo todo, todo el día.

Para este tiempo, la pareja de mi tía, (José Rodríguez) murió de un infarto, y 
Luis tuvo que agarrar las riendas de la casa, él era el único hijo de mi tía Lorenza que aunque aún era un adolescente, calculo yo que tendría unos 17 años, si tomó la responsabilidad. 

Yo recuerdo muy bien que él era muy alto y blanco, mediría como 1.90, era delgado y su porte muy distinguido.  Siempre usaba traje, camisa blanca y zapato de vestir. 

Yo le preguntaba...
...“¿En qué trabaja tío?

y él me dacia...
...“Soy un reporter

Siempre buscando la noticia y se codeaba con personas importantes que lo podían ayudar a relacionarse en el ambiente periodístico.

 
Una de las costumbres de mi tía Lorenza y su pareja era irse a bañar al vapor los sábados. Entonces uno de esos sábados, antes de salir, el novio de mi tía Lorenza llegó de la nieve y se anunció, en eso mi tía Victoria le pidió...

...“Lenchita, cómprame cinco centavos de nieve

Y ella le contestó...
...”No, porque después estas molestando con la tos y no dejas dormir” 

No sé por qué ella dijo eso, porque mi tía Lorenza no dormía ahí, ella dormía en la imprenta. 

Para entonces yo siempre acostumbraba sentarme en la orilla de la cama acariciando a mi tía. 

Mi tía Victoria al oír su contestación se molestó y le habló a mi mamá Clarita...

...“Lala, voltéame hacia la pared

Yo me bajé de la cama para que hicieran ese movimiento.

Cuando terminó, me subí a la cama otra vez y la empecé a acariciar para consolarla, ella empezó a decir...


...“¿Qué hacen esos perros aquí adentro?

..."¡Cierren la puerta porque se oyen aullidos!

Después hubo un silencio momentanio, puse mi cabeza en la cadera de mi tía como para consolarla, y al no oír voces mi mamá Clarita se sorprendió y se fue a asomar y dice...

¡Santo Dios!

En eso mamá Clarita me bajó de la cama y yo le dije...

¡No!, ¡Déjeme acariciarla!

Mamá clarita empezó a llorar y decir...

...“Hay Toyita, ya no te pude ayudar” 

...“Hay mija, ya se murió tu tía”.

Yo dije...
...“¿Qué hago?

..."Ve por doña Chonita para que le venga a rezar a tu tía". 

Ya fueron llegando las vecinas de la vivienda de mi tía.  En eso regresó mi tía Lorenza y cuando supo lo sucedido, se puso a llorar culpándose de la muerte de su hermana, pero lógicamente, ya mi tía estaba muy enferma y tal vez eso fue lo último que se le antojó antes de morir. No que ella haya causado su muerte.

Eso fue muy triste para mí, porque éramos muy unidas, yo iba a estar sola otra vez, porque con mi tía yo tenía mucha convivencia, siempre se la pasaba platicándome y contándome cuentos.

La extrañé y le lloré mucho.  Ésta había sido la primera vez que yo había experimentado la muerte de un adulto.

Esta muerte me recordó mucho el vacio que yo sentí a la muerte de mi hermanita Lupita, la cual murió muy chiquita.  Ella tendría como año y medio.  Nunca supe de qué, solo me acuerdo de cómo jugaba yo con ella, porque era como mi muñequita que yo traía para allá y para acá.

Yo tendría como ocho años.  

 
FIN


 


 



 
 

 
 
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